Muy en contra del propio espíritu del eurofestival, que surgió como un punto de encuentro y unión entre los pueblos europeos, a pesar de sus diferencias e incluso de los regímenes y situaciones políticas de estos mismos pueblos, a veces se dan situaciones incómodas y desagradables que ensucian la imagen del evento.
Ha habido casos, como el del conflicto turco-griego por Chipre o el de las antiguas repúblicas yugoslavas, por citar solamente un par de ejemplos, que se han resuelto rápida y ejemplarmente sin necesidad de ejercer ninguna medida de presión o boicot de protesta.
Otros, en cambio, como, entre otros, Austria en 1969 que boicoteo el Festival de Madrid como protesta contra el régimen franquista, Marruecos que tras su primera participación en 1980 no volvió a hacerlo por la presencia israelita, Libano en el 2005 que pretendía interrumpir televisivamente, en su pais, la trasmisión de la actuación de Israel o el caso de Georgia, este año, prefirieron arrastrar al escenario sus disputas y diferencias politicas.
El conflicto ruso-georgiano de este año tiene su origen en el verano del año pasado cuando, ambos paises entraron en conflicto armado a causa de su enfrentamiento de intereses sobre la región separatista de Osetia del Sur.
A mediados de febrero, Georgia escoge su tema representante. El grupo Stephane & 3G interpretarían la canción We don't wanna put in en Moscú.
Las reacciones rusas no se hicieron esperar y enseguida, el pais anfitrión del festival de este año, elevo una queja a la UER. Además de otras ingeniosas y disimuladas alusiones en todo el texto de la canción, la clave está en el título "We don't wanna put in", que se trata de una expresión que significa algo así como "no queremos imposiciones" pero que fonéticamente, en inglés, suena exactamente igual que como se diría la frase "no queremos a Putin" (Primer Ministro ruso)
Ha habido casos, como el del conflicto turco-griego por Chipre o el de las antiguas repúblicas yugoslavas, por citar solamente un par de ejemplos, que se han resuelto rápida y ejemplarmente sin necesidad de ejercer ninguna medida de presión o boicot de protesta.
Otros, en cambio, como, entre otros, Austria en 1969 que boicoteo el Festival de Madrid como protesta contra el régimen franquista, Marruecos que tras su primera participación en 1980 no volvió a hacerlo por la presencia israelita, Libano en el 2005 que pretendía interrumpir televisivamente, en su pais, la trasmisión de la actuación de Israel o el caso de Georgia, este año, prefirieron arrastrar al escenario sus disputas y diferencias politicas.
El conflicto ruso-georgiano de este año tiene su origen en el verano del año pasado cuando, ambos paises entraron en conflicto armado a causa de su enfrentamiento de intereses sobre la región separatista de Osetia del Sur.
A mediados de febrero, Georgia escoge su tema representante. El grupo Stephane & 3G interpretarían la canción We don't wanna put in en Moscú.
Las reacciones rusas no se hicieron esperar y enseguida, el pais anfitrión del festival de este año, elevo una queja a la UER. Además de otras ingeniosas y disimuladas alusiones en todo el texto de la canción, la clave está en el título "We don't wanna put in", que se trata de una expresión que significa algo así como "no queremos imposiciones" pero que fonéticamente, en inglés, suena exactamente igual que como se diría la frase "no queremos a Putin" (Primer Ministro ruso)
Finalmente, a principios de marzo, la UER rechaza la letra de la canción por ir en contra de las normas del concurso que prohiben, explicitamente, todo tipo de alusión política o que pueda causar malestar entre los espectadores u otros participantes. De todas formas, le ofreció la posibilidad a Georgia de presentar otro tema o cambiar la letra del ya elegido, como ya lo hiciese en ocasiones anteriores con otros paises, las más recientes, Ucrania 2005, Islandia 2006 y España 2008.
Finalizado el nuevo plazo otorgado por la UER a Georgia, este pais no presentó nigún nuevo tema ni nigún cambio en la letra del, hasta entonces, tema oficial, por lo que fue descalificada y, sin niguna declaración pública, el nombre de Georgia no fue incluido en el sorteo de puestos participantes que se celebró al día siguiente de la finalización del plazo.
Está claro que Georgia no tenía intención de participar en un festival de eurovisión ruso. Ya, antes de este asunto, encabezó varias protestas y proyectos de boicot contra el certamen musical de este año. La intención, con la letra de la canción, muy ingeniosa, eso sí, no es lo casual e ingénua que nos han querido vender los georgianos.
Ahora este pais tendrá que hacer frente a las penalizaciones que conlleva un acto como este y tendrá que llevar encima esta engorrosa anécdota que la ha convertido en una de las protagonistas de esta edición pero, lamentablemente, no por algo musical, como sería lo más lógico y lo que se pretende.
Yo no voy a entrar, ni he llegado a entrar en los foros, en el debate político Rusia versus Georgia, como nunca entraré en ningún otro. Pero me mantengo firme en condenar todas aquellas iniciativas de boicot o de utilización del festival con otros fines que no sean musicales o de hermanamiento y encuentro de pueblos y naciones. Para la politica y los conflictos ya existen otros lugares y organismos mucho más eficaces para resolverlos. Así pues, un fuerte tirón de orejas para Georgia a quien espero ver, muy pronto, reincorporada al festival, y haciendonos gozar de esas grandes canciones a las que nos tiene acostumbrados en su breve historia eurovisiva.
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