El Síndrome del Señor Scrooge

 

Queridos euroviciosos,

Mañana comienza el mes de diciembre... tenemos ya las Navidades a la vuelta de la esquina. 

No sé, si será por eso, pero, desde hace unos días, me ha dado por sentirme, un poco como el Señor Scrooge, el personaje del entrañable relato de Charles Dickens, "Cuento de Navidad", pero en versión eurovisiva.

Y no es porque me sienta viejo, decrépito y tacaño (aunque ya tengo mis añitos, mis achaques y una cuenta bancaria con cada vez más telarañas) pero sí que, lamentablemente, y muy a mi pesar, mi espíritu eurovisivo se resiente por momentos.

Como ya os expliqué, hace unos artículos, este año se me han juntado una serie de circunstancias que, además de privarme, el próximo mes de mayo, de vivir, día a día, los previos al festival, incluyendo la retrasmisión en directo de las galas del eurofestival, me tienen, a día de hoy, y no sé por cuánto tiempo más, perdiéndome, prácticamente, todas las novedades que van saliendo al respecto... 

...Vamos! Todo un dramón! Hay que ser eurofan para entenderlo, por eso me estoy permitiendo contaros mis penas, porque sé que vosotros si que vais a entenderme.

Cada vez que mis ocupaciones me lo permiten, echo por ahí una miradita a todo lo que se va publicando para tratar de no estar desconectado del todo, aunque claro, al hacerlo no puedo evitar acordarme de mis circunstancias y "maldecir" mi suerte en este auténtico "annus horribilis" para mí.

Y es que, para colmo, estoy convencido de ello, este será un año importante para España en el Festival... yo, y mis malas suertes... seguro que hasta ganamos y yo estaré aquí, para perdérmelo... aunque claro, si es por eso, pues bienvenido sea!

En fin, que nada más.

Solamente me apetecía compartir este sentimiento, medio en broma, medio en serio, que verdaderamente, uno lleva ya muchas décadas eurovisivas a sus espaldas, y muchos festivales vividos, sin ningún tipo de información previa... pero es que a lo bueno, uno se acostumbra enseguida...

Y como soy una persona que me considero optimista, siguiendo con el simil del Cuento de Dickens, esperaré que, una noche de estas, se me presenten en mi dormitorio, entre lentejuelas, purpurina, velcro, y durante un escarpiante puente musical, el espíritu de la Eurovisiones Pasadas (Mr. Brown), el de las Eurovisiones Presentes (Svante Stockselius) y el de las Eurovisiones Futuras (Jon Ola Sand) para hacerme recuperar, a través de un mágico viaje desde Lugano hasta Düsseldorf, mi espíritu eurovisivo perdido.